Si vives en un edificio y tienes un perro, seguro que más de una vez has tenido que hacer malabares para que no se cierre la puerta del ascensor sin él. O por lo contrario, que entre antes que tú y se quede encerrado. Y si tu perro es de los que se asustan con los ruidos, luces o movimientos bruscos, viajar en ascensor con mascotas puede convertirse en un pequeño drama diario. Pero la buena noticia es que se puede evitar.

Solo necesitas algo de práctica, mucha calma y unos cuantos trucos que te voy a contar aquí. Así que si quieres que tu perro suba y baje en ascensor sin miedo, sin tirones y sin problemas con los vecinos, te invitamos a que sigas leyendo.
 

Este es el error más común (y más peligroso)

Empecemos por lo básico. Tu perro nunca debería entrar ni salir del ascensor solo. Ni antes ni después de ti. Siempre debe ir con la correa puesta y a tu lado, especialmente en esos segundos críticos en los que la puerta se abre o se cierra. ¿Por qué? Porque es muy fácil que, si va suelto o distraído, la puerta se cierre mientras él está fuera o dentro. Y créenos, eso puede acabar muy mal.

Ten siempre presente una regla de oro: tú entras primero y él entra contigo. Lo mismo al salir. Tú sales, él sale contigo. Ni antes ni después. Siempre juntos porque, ante todo, sois un equipo.
 

¿Tu perro tiene miedo del ascensor?

Es más habitual de lo que crees. Algunos perros se asustan por el movimiento vertical, otros por los ruidos, el eco de la cabina o incluso verse reflejado en los espejos. Viajar en ascensor con mascotas no es algo natural para ellos. Es un espacio cerrado, desconocido y que, de repente, se mueve sin previo aviso. Vamos, que si lo piensas, un poco raro sí que es.

Así que si notas que tu perro tiembla, se sienta y no quiere entrar, tira de la correa o intenta escapar, no lo fuerces. Necesita acostumbrarse poco a poco. Aquí tienes algunas ideas para que puedas conseguirlo.

 

Viajar en ascensor con mascotas

Imagen de Envato Elements


 

5 Tips para viajar en ascensor con mascotas… sin sustos

  • Haz del ascensor un lugar neutral. Sí, empieza con sesiones cortas. No subas ni bajes. Simplemente entra con él, quédate dentro un momento y sal. Intenta que no se cierre la puerta, si es posible. Repite varias veces. Así logrará entender que no pasa nada por entrar.
  • Dale una recompensa con cada avance. Lleva premios contigo y dáselos cuando entre al ascensor sin tirar de la correa. Si lo hace tranquilo, le das un premio. Si se sienta relajado mientras baja, le das otro otro premio. Refuerza solo el buen comportamiento.
  • Tú siempre vas primero. Ya lo hemos dicho anteriormente, pero lo repetimos de nuevo porque es clave. Él entra contigo y sale contigo. No corras, no grites, no te muevas con brusquedad. Mueve la correa con suavidad, dale indicaciones con voz calmada. Si tú vas tranquilo, él también lo estará.
  • Evita los viajes en horas punta. ¿Tu edificio está muy concurrido? Entonces, busca momentos más tranquilos para practicar. Cuanta menos gente, menos estímulos y menos estrés para tu perro, muchísimo mejor.
  • Si hay espejo, úsalo para que se acostumbre. Muchos perros se miran en el espejo del ascensor y se asustan. Prueba a ponerte tú delante de él. Bloquéale la vista con tu cuerpo y luego enséñale, poco a poco, que no pasa nada. Otra opción es usar el reflejo del espejo como excusa para un “mírame” y redirigir su atención.

 

¿Y si tu perro es grande o muy nervioso?

En esos casos, aún es más importante tener la correa bien sujeta, controlar totalmente la situación y guardar una distancia con resto de usuarios. Si entra alguien más en la cabina, coloca al perro a tu lado, entre tú y la pared, de forma que no invada el espacio de nadie. Recuerda que no todo el mundo ama a los perros, y tú eres responsable de que la convivencia funcione.

Además, si ves que tu perro no está preparado, puedes hacer sesiones de entrenamiento fuera del ascensor. Practica la orden de “quieto”, haz que suba escaleras contigo, camina por sitios cerrados… Todo eso le dará confianza.

Viajar en ascensor con mascotas no tiene por qué ser un problema. De verdad. Solo necesitas rutinas claras, un poco de paciencia y mucha atención. De hecho, puede ser tan normal como sacarlas a pasear, si tú lo normalizas y tu perro entiende lo que se espera de él. Seguridad, calma y práctica. No necesitas nada más.

Y si eres constante, un día te darás cuenta de que tu perro sube, se sienta tranquilo a tu lado, baja cuando tú bajas, ¡y no pasa nada! No tendrás ni sustos, ni tirones, ni dramas.

Eso sí, siempre con correa junto a ti.