Quien más y quien menos nos hemos hecho esta pregunta en alguna ocasión. Partimos de la base de que la seguridad al 100% no la tenemos en ningún ámbito de nuestra vida, de hecho, podemos sufrir un accidente en cuanto ponemos un pie en la calle, o incluso en nuestra propia casa. Golpes, caídas, quemaduras, accidentes de tráfico,… son algunas de los percances que podemos sufrir a diario. El ascensor no es una excepción ya que, a pesar de ser el medio de transporte más usado del mundo, también es el más seguro. De hecho, subiendo y bajando las escaleras de un edificio te expones a sufrir un accidente en un porcentaje superior a hacer el mismo trayecto en ascensor.
¿Recordáis un artículo de nuestro blog en el que hablamos de Elisha Graves Otis? Este famoso inventor estadounidense del Siglo XIX fue el responsable de popularizar los ascensores, y de que estos cambiasen la fisonomía de las ciudades. En el año 1854 presentó en la Feria de Nueva York el invento que le cambió la vida tanto a él como al resto de la humanidad. Tal y como se puede ver en la imagen hizo que le izasen, subido a una plataforma llena de cajas y bidones con peso, y ordenó que le cortasen la cuerda que le mantenía suspendido en el aire. Una serie de cuñas, colocadas en los rieles por los que desplazaba la cabina, acabaron frenando a esta, evitando un accidente. Aunque el primer ascensor del que tenemos constancia lo creó el matemático Arquímedes en el año 236 a.C, lo que sucedió en ese instante en Nueva York fue el principio que cambió realmente nuestras vidas.
Como ya hemos dicho la seguridad total no existe, pero sí podemos lograr que los ascensores estén muy cerca de conseguirla. Ese invento que presentó el Sr. Otis son los actuales paracaídas, que se activan cuando el ascensor comienza a caer y la velocidad de la cabina excede de lo que la máquina entiende que es una «velocidad segura». Es en ese momento cuando los frenos de metal se enganchan a ambos lados de la cabina, justo en el recorrido de las guías, desacelerándola hasta lograr pararla.
Otra de las partes del ascensor que más ríos de tinta ha hecho correr, sobre todo en la cinematografía, son los cables de acero que sujetan la cabina, que dicho sea de paso, nada tienen que ver con las cuerdas que podemos encontrar en cualquier droguería. Cabe destacar que, a no ser que ocurra una desgracia como el día que se estrellaron deliberadamente los aviones en el World Trade Center de Nueva York, o el día que chocó un bombardero B25 en el Empire State, allá por el año 1945, esos accidentes solo ocurren en las películas de acción o terror. ¿Sabías que las cabinas van colgadas de unos 6 u 8 cables y que cada uno de ellos puede aguantar por sí solo el peso de la totalidad de la cabina junto con sus ocupantes? Si te sientes más seguro, piensa en esto la próxima vez que te subas en un ascensor.
¿Qué ocurriría si, a pesar de todo, fallasen tanto los cables como el paracaídas? Aún nos quedaría el contrapeso. Este sistema de seguridad consta, simplemente, de un montón de pesos colocados en el extremo opuesto del cable que aguanta la cabina, y que en total pesan más que esta. Ante cualquier accidente y fallo de los otros dos sistemas de seguridad, la cabina subiría gracias al peso que ejercería el contrapeso sobre esta, mitigando el golpe el amortiguador instalado en la parte superior del hueco del ascensor.
La prioridad de Inelsa Zener es hacer la vida más segura y exenta de accidentes, por lo que alentamos a seguir al pie de la letra las indicaciones de uso de los ascensores, así como a pasar las revisiones correspondientes. Si quieres saber más sobre nuestros servicios, ponte en contacto con nosotros y nuestros compañeros te asesorarán en todo lo que puedas necesitar.