La capacidad de un ascensor varía en función del lugar donde se construye o qué uso se va a hacer de él: no caben las mismas personas dentro de un ascensor de una comunidad de vecinos, que en un centro hospitalario o en un edificio de oficinas. Uno de los factores que más influyen en la cantidad de gente que se puede llegar a meter son las dimensiones que llega a alcanzar la cabina: a más grande, más usuarios caben dentro. Los ascensores usados en estructuras más altas o aquellos que están especialmente diseñados para desplazar carga, como son los vehículos, a través de diferentes alturas, pueden llegar a sobrepasar hasta 10 veces el peso del ascensor que tenemos en nuestras casas. Pero ¿alguien sabe qué puede llegar a ocurrir si excedemos el peso permitido por el fabricante?
Como regla general, en cada uno de los ascensores existe una placa bien visible en el interior del habitáculo, donde indica los kilos máximos que éste puede llegar a desplazar. El problema que nos encontramos es que, en la mayoría de los casos, ni nos fijamos que existe. ¿Y qué sucede cuándo la vemos? Que ya estamos metidos dentro y, a no ser que el cálculo sea sencillo, no nos ponemos a dividir peso por número de personas, con lo cual no nos sirve de nada estar avisados. Así que lo más importante en estos casos es tener el ascensor con las revisiones al día, y con los sistemas de seguridad inspeccionados para evitar una catástrofe.
Sistemas de seguridad en los ascensores para evitar el exceso de peso en su interior:
– Fabricar una cabina con un espacio limitado, de forma y manera que no quepa más gente que la que realmente puede llegar a subir. Es decir, si un ascensor tiene una capacidad de desplazamiento de 300 kilos de peso, se debe colocar un habitáculo en el que puedan llegar a caber no más de 4 ó 5 personas dentro. No tiene lógica tener un ascensor con peso máximo de 300 kilos y un habitáculo donde se puedan meter 12 ocupantes.
– El peso que se marca en la placa no es, ni de lejos, el máximo permitido. La cifra que podemos ver en ella, es siempre mucho más baja que la real. Así que… ¡tranquilos!
– Los ascensores se fabrican con un sensor de sobrecarga: una alarma, audible para los ocupantes, que pita en el momento que hay un exceso de capacidad. Bloquea la cabina para que se mantenga quieta en el lugar donde está, evitando que las puertas se lleguen a cerrar.
Actualmente, los fabricantes dotan a sus ascensores con un ordenador interno y con sistemas que los hacen extremadamente seguros. Cualquier sobrepeso real en la cabina, activa los dispositivos de seguridad en una fracción de segundo, inmovilizando el aparato o haciendo que éste se desplace lentamente por el hueco del ascensor, evitando una desgracia.
Tal y como comentamos en un artículo anterior, el sobrepeso en los ascensores desgasta las piezas y deteriora sus componentes. ¿Qué consecuencias puede traer este deterioro? El aparato se estropea con mucha más facilidad, obligando a que la empresa de mantenimiento pase con más frecuencia a solucionar desajustes de puertas con los rellanos, u otro tipo de deterioro, lo que acaba generando un gasto excesivo, que podría ser evitado si todos hiciésemos un uso adecuado de nuestro ascensor. Cuidemos aquellos aparatos que utilizamos con frecuencia, porque nuestra seguridad es lo primero.