Cuando pensamos en un ascensor, automáticamente nos viene a la mente los que utilizamos de forma habitual: un habitáculo al que se accede a través de una puerta, que sube y baja por un hueco, y que se va parando en los diferentes rellanos para recoger a sus pasajeros. Pero no todos los ascensores son iguales: existe uno cuyo funcionamiento poco tiene que ver con ellos.

Un elevador Paternoster carece de la mayoría de las características que tenemos asociadas con los ascensores que conocemos: nunca se detiene para dejar que suban o bajen los pasajeros y no tiene puertas ni botones. De hecho, sus cabinas, que se deplazan a 30 centímetros por segundo, ni tan siquiera disminuyen la velocidad para permitir que los usuarios entren o salgan de él. A pesar de sus extrañas características, los Paternosters tienen una gran cantidad de seguidores, lo que explica en gran medida, por qué estos rudimentarios ascensores continúan existiendo.

 

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Este tipo de ascensor de pasajeros consiste en una cadena que transporta compartimentos abiertos que se mueven lentamente en un bucle, hacia arriba y hacia abajo, dentro de la estructura del edificio. A medida que cada cabina llega a la parte superior o inferior del bloque, éstos se desplazan hacia los lados antes de descender o ascender. Este recorrido lo hace sin detenerse, logrando que los pasajeros entren y salgan en cualquier piso, en el momento que ellos deseen. De hecho, esta curiosa forma de funcionamiento es la que le da su nombre, ya que recuerda a un católico dándole vueltas a un rosario, a la vez que reza el “Padre Nuestro” (“Paternoster” en latín).

 

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La construcción de estos ascensores se remonta a finales del S.XIX, en la ciudad inglesa de Liverpool. Fueron un medio de transporte bastante generalizado en Europa, pero por un tema de seguridad, han ido desapareciendo paulatinamente, hasta llegar a los pocos centenares que existen en la actualidad, principalmente en Alemania y las antiguas Repúblicas Soviéticas. Es evidente el alto riesgo de accidentes: uno de los más comunes es tropezar o caer en el momento en el que se accede al interior de las cabinas o que se sale de éstas, con el evidente riesgo para la integridad física de los pasajeros.

 

 

A pesar de ser una forma peligrosa de transporte, sobre todo si no se utiliza adecuadamente, ¿por qué aún siguen usándose estos elevadores? ¿Quién quiere seguir arriesgando su vida, o sufriendo graves lesiones, dentro de esta antigualla? ¿Qué tiene de especial este medio de transporte, que hace que tenga tantos seguidores? La principal ventaja de este artilugio es que permite la circulación en bucle de unas diez cabinas, en el mismo espacio en las que cabrían solo dos, si se tratase de uno normal. Con él, los usuarios ya no tienen que esperarse en los rellanos, a que el ascensor suba a la parte superior del edificio, para que vuelva a bajar. Con él se logra transportar a un mayor número de personas, evitando las largas esperas en lugares concurridos.

Sabiendo ahora lo que es un Paternoster, ¿te atreverías a subir a uno de ellos?