Los ascensores, durante toda su historia, han tenido un gran impacto en la arquitectura y el diseño de las ciudades. A través de la innovación de esta forma de viajar, podemos movernos a través de múltiples pisos rápidamente sin importar el peso, ni la cantidad de metros que subamos. Hemos cambiado la forma en que nos desplazamos a través de los edificios que visitamos a diario, sin ser realmente conscientes de la trascendencia que tiene realizar este acto. El ascensor es probablemente uno de los inventos más importantes de la historia de la humanidad. ¿Os imagináis qué hubiese sido de nosotros sin esa máquina? ¿Qué aspecto hubiesen tenido las ciudades sin ellos? Existen innumerables curiosidades acerca de los ascensores y son el reflejo de nuestra forma de ser, nuestro estatus social y nuestro bagaje cultural.
¿Sabías que…?
– La primera vez que se tiene constancia de un ascensor fue a través del arquitecto romano Vitruvio que, hacia mediados del S.III a.C., atribuyó su creación al físico y matemático griego Arquímedes de Siracusa. Según las referencias históricas de la época, se sabe que en el antiguo Egipto su uso para la construcción de grandes edificios era bastante frecuente, habitualmente mediante el uso de la fuerza humana o de animales de tiro.
– Los espectáculos que se celebraban en uno de los edificios más famosos del mundo, el Coliseo, no hubiesen sido posibles sin sus rampas y sus 28 ascensores. Estos se accionaban mediante cabestrantes: un torno con un eje vertical, unido a las cuerdas que sujetaban la cabina y que la desplazaban a una altura de 7 metros. Tanto esas rampas como esos ascensores fueron un prodigio de la ingeniería: estaban camuflados en lugares estratégicos, desde donde una trampilla «escupía» a bestias salvajes para luchar en espectáculos de caza y ejecutar sentencias de muerte. Para accionar manualmente cada uno de esos elevadores, se necesitaban unas 11 personas. En las crónicas de la época, cuentan como 200 esclavos se dedicaban a estos menesteres en cada una de las jornadas.
– España es el país que cuenta con mayor número de ascensores por cada mil habitantes de todo el mundo. En el último estudio realizado se estimó que la totalidad de ellos podía llegar a ascender a cerca de un millón (más o menos unos 930.000). Parecen muchos, pero la realidad es que aún hay muchas personas dependientes que no pueden salir de sus hogares como consecuencia de carecer de un ascensor que convierta su comunidad de vecinos en un espacio adaptado a todos.
– El primer ascensor que hubo en España se construyó en Madrid: el edificio de la Calle Alcalá, núm.5, tuvo el privilegio de ser el primero en albergarlo. A principios del año 1878, los ingenieros Merly, Serra y Sevilla, erigieron un ascensor hidráulico para dar servicio a los 4 pisos de altura del edificio. Su coste, tal y como consta en el contrato que aún ahora se conserva, fue de 12.500 Pesetas (aproximadamente, unos 75€ actuales). Hasta la fecha, los pisos bajos eran los más valorados, y en ellos se encontraban las viviendas habitadas por las clases sociales más altas. A partir de entonces, gracias a que todos los vecinos podían acceder a sus pisos sin el más mínimo esfuerzo, la tendencia empezó a cambiar, y fue así como los áticos fueron poco a poco valorándose más, ya que, tanto la contaminación de las ciudades como los ruidos de vehículos y vecinos, son menos perceptibles a más altura. Por cierto, si tenéis curiosidad por ver el edificio, no hace falta que lo busquéis: fue destruido en un bombardeo durante la Guerra Civil.
– Existen supersticiones vinculadas a los ascensores, pero las más habituales son las que hacen referencia a los números. Las personas que tienen triscaidecafobia son aquellas que tiene un miedo irracional al número trece. En las grandes ciudades, donde es habitual la construcción de rascacielos, es normal que si nos fijamos en la botonera de la cabina del ascensor veamos que no existe la planta número 13. Pero no tan solo ocurre eso con este número: también existe la tetrafobia, que es el miedo al número 4. Eso es debido a que el número «cuatro» se pronuncia igual que la palabra «muerte» en chino, coreano, japonés y vietnamita. Así que existen edificios que aparte de carecer de la planta trece, tampoco tienen la cuatro, la catorce, la veinticuatro o la cuarenta y dos. Esto podría ser solo una anécdota si no llevase consigo problemas reales y peligrosos. Pensemos que si un bombero tiene que salvar a una persona atrapada en la planta 18 de una torre en llamas, necesita saber con total seguridad que esa planta es la verdadera planta 18 y no la 17 o incluso la 16. Cuando de seguridad se trata, no hay lugar para las supersticiones. Aunque parezca increíble, cada vez hay más edificios en los que se solapa la triscaidecafobia con la tetrafobia, con el peligro de seguridad que esto comporta.
Estos son algunos datos curiosos sobre los ascensores. ¿Te ha sorprendido alguno de ellos, o ya los conocías? Sin ascensores, no tendríamos los famosos skylines de las grandes urbes como Nueva York, Chicago o Dubai y, a menor escala, ciudades como Madrid o Barcelona serían impensables ya que cada edificio no tendría más de cuatro o cinco pisos de altura. Los ascensores son los verdaderos protagonistas de la transformación urbanística que ha habido en la historia.