Si nos ponemos a pensar en un ascensor, en nuestra mente aparecen imágenes de habitáculos de acero inoxidable, números digitales y botoneras modernas. Nada más lejos de nuestra imaginación: los ascensores no son un invento actual. Aunque nos parezca imposible, los mecanismos utilizados para transportar carga han existido durante más de 2000 años.

Sistema de elevador vertical inventado por Arquímedes

 

Los primeros ascensores eran plataformas abiertas, suspendidas gracias a unas cuerdas de cáñamo que permitían mover la carga de forma vertical. Estos rudimentarios elevadores eran accionados por personas y animales. El primer ascensor del que se tiene constancia, lo creó el matemático Arquímedes en el año 236 a.C. En la Antigua Roma, se utilizaban estos artilugios, con el fin de mover de un lado a otro agua, materiales de construcción, y otros muchos objetos pesados. Como ejemplo de esto tenemos el Coliseo: su interior albergaba un complejo sistema subterráneo de habitaciones, corrales con animales y túneles. Tanto los pasadizos, como las estancias, así como la arena del anfiteatro estaban situados en diferentes niveles, por lo que se utilizaban plataformas móviles colocadas en ejes verticales, que facilitaban el transporte de los gladiadores y los animales hacia la superficie.

Parte inferior del Coliseo Romano.

 

En cuanto a los ascensores ocupados por pasajeros, aunque de forma muy puntual, se empezaron a utilizar a partir del S.XVIII. Uno de los primeros en tenerlo fue el Rey Luis XV, cuando decidió colocarlo en Versalles. Este ascensor tenía la finalidad de unir de forma discreta, las habitaciones del segundo piso, donde vivía su amante, con las del primer piso, el lugar donde se encontraban las estancias reales. Tecnológicamente hablando, este ascensor no era mucho más evolucionado que el que podíamos encontrar en el Coliseo Romano: subía y bajaba gracias a unos cuando hombres accionando unas cuerdas, situados en la parte interior de una de las chimeneas de palacio.

Pero no fue hasta el S.XIX cuando dos arquitectos británicos, Burton y Hormer, construyeron una plataforma en el centro de Londres, que subía y bajaba gracias a un complejo sistema a vapor, el cual transportaba a los turistas hacia una altura considerable, con la finalidad de poder admirar las espectaculares vistas de las ciudad. La verdad es que este «mirador» fue un auténtico logro, ya que hasta la fecha, y debido a la gran cantidad de accidentes que se producían, nadie se atrevía a subir en semejantes artilugios.

Retrato de Elisha Otis.

Elisha Otis enseñando el sistema de seguridad de sus ascensores, en la Feria de Nueva York del 1854.

 

De todas formas, la persona que resolvió el problema de la inseguridad en los ascensores, haciendo posible la construcción de edificios altos, fue Elisha Otis: el inventor del ascensor tal y como lo conocemos hoy en día. En 1852, Otis desarrolló un diseño de elevadores con un sistema novedoso de seguridad: una especie de freno que en el caso de rotura de cables, un pequeño marco de madera en la parte superior de la ascensor saltaría, golpeando las paredes del hueco y deteniendo así el ascensor en su recorrido. Dicho invento fue presentado en la feria de Nueva York en el año 1854. En el 1874, Otis instaló el primer ascensor para transporte de personas en un bloque de pisos: el Haughwout Building, de 24 metros de altura y levantado en la Avenida Broadway de Nueva York, en pleno barrio del Soho. Era hidráulico, costó $300, y subía ni más ni menos que a una velocidad de 20 centímetros por segundo. No es de extrañar que en su interior se colocaran un par de bancos para que descansasen los vecinos…

Edificio situado en Avenida Broadway 488 de Nueva York, en el que se instaló el primer ascensor en una comunidad de vecinos.

 

Afortunadamente la tecnología en todos estos años ha cambiado, y aquello que era peligroso hace un par de siglos, hemos conseguido que sea el medio de transporte más seguro del mundo.