Las luchas de gladiadores eran uno de los espectáculos deportivos de la antigüedad. Más o menos, podríamos compararlo con el fútbol de hoy en día: contaban con entrenadores, gerentes que financiaban a las cuadrillas de luchadores, grandes estrellas, fanáticos,… En el Coliseo Romano la audiencia se separaba por zonas, siguiendo las reglas escrupulosas de la jerarquización de la sociedad de aquellos tiempos: emperadores, senadores, nobles y ricos ocupaban los mejores asientos, los que estaban cerca de la arena; en la parte media del anfiteatro se sentaban los hombres; las mujeres, los pobres y los esclavos tomaban asiento en la zona más alta del edificio.

Óleo de Gêrome – año 1859

 

El Coliseo de Roma, llamado también Anfiteatro Flavio, se empezó a levantar en el año 70 d.C. gobernando Vespasiano, concluyendo las obras en el 80 d.C., justo un año más tarde de que Tito fuese coronado Emperador. Para su construcción se utilizaron bloques de mármol travertino, hormigón, madera, piedra y estuco. Inicialmente contaba con un aforo de 50.000 personas, colocadas en ochenta filas de gradas. Cabe destacar la compleja distribución del subsuelo, llamado Hipogeo, donde se encontraban las estancias para los animales salvajes, los lugares de espera de los gladiadores hasta que saltaban a la arena o las mazmorras, donde se colocaban todos aquellos presos que «participaban» en el sanguinario espectáculo. En la actualidad sólo se conserva un tercio de la estructura original, ya que los terremotos y el vandalismo, han hecho estragos en estos últimos 1500 años.

Pero ¿alguien sabe cómo transportaban del hipogeo a la arena, tanto a las personas como a los animales? Se utilizaban rampas, y 28 ascensores colocados de la siguiente manera: 14 en la fila que daba al lado sur, y otros 14 en el norte. Éstos se accionaban mediante cabrestrantes: un torno con un eje vertical, unido a las cuerdas que sujetaban la cabina, que desplazaban los 300 kilos que pesaba ésta, a una altura de 7 metros. El sistema es muy parecido al que ideó Arquímedes, y del que hablamos en un anterior artículo de este blog. Tanto esas rampas como esos ascensores fueron un prodigio de la ingeniería: estaban camuflados en lugares estratégicos, desde donde una trampilla «escupía» a bestias salvajes para luchar en espectáculos de caza y ejecutar sentencias de muerte. Para accionar manualmente cada uno de esos elevadores, se necesitaban unas 11 personas. En las crónicas de la época, cuentan como 200 esclavos se dedicaban a estos menesteres en cada una de las jornadas.

Imagen del blog de Alberto Raiser

Imagen de Guías-viajar.com

 

Desde hace un par de años, cualquiera de los 5 millones de turistas que visitan el Coliseo anualmente, pueden también ver una fiel reproducción de uno de estos ascensores. La réplica fue construida a raíz de un documental rodado por la productora norteamericana Providence Pictures: «Coliseo: Trampa Mortal Romana», y que financió junto con el Museo Nazionale Romano, los 20 millones de Euros que costó el proyecto. La estructura fue construida con los mismos materiales con los que hicieron los ascensores originales. Hemos colgado a continuación, un pequeño fragmento de dicho documental en el que se puede observar el funcionamiento del ascensor y de cómo subía, sin mucho esfuerzo, cualquier animal desde los pasillos subterráneos al exterior.

https://vimeo.com/128643610

Como puedes ver, si creías que los ascensores eran un invento contemporáneo… ¡nada más lejos de la realidad! Han estado presentes, desde antes de nuestra Era, en cada una de las construcciones más importantes, construidas en nuestro Planeta.