Para la mayoría de los mortales que usamos a diario los ascensores, sus puertas son sólo paneles sin ningún tipo de gracia, a los que miramos fijamente esperando que se abran, para pasar a través de ellos y que la cabina nos transporte a la planta que deseemos. Si hiciésemos una encuesta sobre el aspecto físico de un ascensor, justo en el momento en el que lo dejamos, nos daríamos cuenta que nadie se fija en nada más allá de si su interior es de cristal u opaco. Cabría la posibilidad de que alguno de ellos, seguramente pocos, pudiesen dar algún tipo de información sobre el material del que está hecha la puerta y las paredes, y casi nadie sabría explicar si la iluminación es de leds o de fluorescentes. Están tan metidos dentro de nuestra vida, que pasan desapercibidos. Pero no ocurre esto con todos: si esa misma encuesta la realizásemos a los usuarios que acaban de utilizar un ascensor Art Deco, seguro que la cosa cambiaría.

 

 

El Art Deco es un movimiento artístico de principios del siglo XX que tuvo como origen la Exposición Universal de París del año 1900, y que se extendió rápidamente por el resto del mundo. Fue en esos años cuando se incrementó el número de edificios altos, dando pie a la instalación de ascensores que en muchas ocasiones, seguían la moda de la época. Los miembros de las clases más altas pedían a arquitectos y diseñadores exclusividad y originalidad en sus viviendas y oficinas.

 

 

Uno de los países en los que el incremento de este tipo de arquitectura tuvo más auge, fue en los Estados Unidos de América. En la ciudad de Nueva York, existe aún en la actualidad, una ingente cantidad de rascacielos cuyas filigranas, hechas con metal o diferentes clases de madera, en las puertas e interior de sus ascensores son realmente fabulosas.
Tres de los edificios más famosos del mundo, levantados todos ellos en esa gran urbe, son un claro ejemplo de esta forma de concebir el arte hace ahora un siglo.

 



 

El Radio City Music Hall se construyó en los años 30. Gracias al trabajo del arquitecto Edward Durell Stone y el diseñador de interiores Donald Deskey, el lobby de Radio City es uno de los más emblemáticos en el mundo de las artes escénicas. Las puertas de los ascensores no parecen demasiado sofisticadas en su parte exterior, pero cuando se abren, exhiben la la belleza que se encuentra en su interior: paneles de madera, dibujados cuidadosamente gracias a la marquetería, en los que hay escenas de la mitología clásica. Como curiosidad, cabe destacar que el sistema hidráulico de ascensores que da servicio a la parte del escenario es tan avanzado, que fue el que se utilizó, por parte de la Marina, en los portaviones americanos de la II Guerra Mundial.

 


 

El diseño que utilizó William Van Alen en el Edificio Chrysler es por todos conocido. Cuando se acabó de construir en el año 1930, mantuvo durante casi un año el título del edificio más alto del mundo, hasta que el Empire State Building lo superó 11 meses después. Debido a su altura y a la poca velocidad con la que se desplazaban sus ocho ascensores en esa época, el arquitecto Van Alen diseñó cada uno de sus interiores con cuatro bancos. Su elegante diseño Art Decó, hecho a base de piezas de metal y maderas de diferentes colores, recuerda a los abanicos de vara larga que se usaban en el Antiguo Egipto. Son una auténtica obra de arte.

 


 

La mayoría de los 74 ascensores con los que cuenta el Empire State Building, son un claro ejemplo de Art Deco. Aunque destacan por ser los menos recargados en lo que respecta a su diseño, estos ascensores siguen siendo muy famosos gracias a su representación gráfica en forma geométrica hecha con acero, imitando la forma de la parte inferior del edificio . El interior de sus cabinas están decoradas con paneles de mármol y latón.

Todos estos ascensores son de acceso libre para el público en general, por lo que si vas a Nueva York, no dejes de ver estas joyas del diseño.