Se estima que el porcentaje de personas con algún tipo de discapacidad en España es del 9% de la población: es decir, algo más de 4.000.000 de habitantes. La regulación jurídica sobre accesibilidad establece el derecho de todas aquellas personas a desplazarse libremente por edificios públicos como pueden ser los museos, cines, bibliotecas, aeropuertos, estaciones, centros de salud, oficinas de la administración,… El hacer accesibles estos lugares no se limita únicamente a permitir la movilidad dentro de ellos. ¿De qué serviría tener un edificio moderno, con todas las dimensiones necesarias, rampas, ascensores, barandas,… si no podemos acceder a él? La accesibilidad de este tipo de lugares comienza en el exterior, desde el mismo instante en el que dejamos el coche en el parking, o bajamos del transporte público que nos ha llevado hasta allí.
¿Cuáles son los factores a tener en cuenta para hacer accesible un edificio público?
Tal y como hemos comentado, la accesibilidad comienza en el exterior del edificio. Debe disponer de plazas de aparcamiento adaptadas a sillas de ruedas, con unas dimensiones mínimas de 5 metros de largo por 3 metros de anchura. En el caso de no tener garaje propio, se deberían reservar plazas de aparcamiento en la misma calle, en un lugar muy cercano a la puerta principal. La longitud de las aceras que rodean a los edificios también es algo a tener en cuenta, ya que no deberían tener menos longitud de un metro y medio, y sin obtáculos que imposibiliten el trayecto hasta las paradas de transporte público cercanas.
La entrada principal de este tipo de edificios debe estar libre de paso, con una puerta de una anchura mínima de 1.20 metros, y cuyo espacio libre a ambos lados debe ser de un metro y medio para poder maniobrar con toda comodidad, si llevamos silla de ruedas. Tanto los pasillos que se encuentran en el interior, como las correspondientes puertas, no deben tener unas dimensiones inferiores al metro. Barandas, mobiliario adaptado, cuartos de baño con un mínimo de doce metros cuadrados con inodoro y lavabo sin pie, para no entorpecer la colocación de las sillas de ruedas, carteles en braille, suelos antideslizantes y con diferentes texturas y rugosidades para ayudar a que se desplacen las personas invidentes por el interior, itinerarios visibles, señalizaciones,…
Pero no debemos olvidar que, posiblemente, el mayor problema que nos podemos encontrar en un edificio público es tener zonas a diferentes niveles ya que, en este caso, necesitamos una alternativa a las escaleras. Las rampas, los elevadores verticales, los salvaescaleras y los ascensores son la solución en estos casos. Pero… ¿sabemos cuáles tienen que ser las características de todos estos elementos?
La superficie útil de la cabina de un ascensor es la que determina su capacidad. En el caso de los ascensores adaptados a las sillas de ruedas las dimensiones mínimas deben ser de un metro de ancho por un metro con veinticinco centímetros de profundidad, justo el espacio que necesitamos para que entre una silla con acompañante. Respetando estas dimensiones ahorramos a sus usuarios esfuerzos físicos innecesarios, facilitando su movilidad.
Otro de los datos a tener en cuenta es que es importante no tan solo la ubicación de la silla de ruedas dentro de la cabina sino también cómo se accede a ella. Debe haber espacio suficiente para maniobrar con total libertad, por lo que debemos dejar libre más de un metro a la redonda en el acceso al ascensor, siendo este sin desnivel. Las puertas deben ser deslizantes y de apertura automática, y debemos tener en cuenta que no haya ningún tramo de escalera por el que nos podamos caer, ni ningún obstáculo que nos pueda entorpecer la tanto la entrada como la salida del mismo.
El interior de este tipo de ascensores es tanto o más importante que el acceso a él. El suelo, al igual que el resto del edificio, debe estar hecho con un material antideslizante para impedir resbalones. Para facilitar su uso, la botonera debe estar situada en un lugar donde se pueda acceder con facilidad, nunca a mayor distancia de un metro veinte del suelo. Es precisamente en este tipo de ascensores donde elementos tan habituales como los pasamanos y los espejos, que en ocasiones nos pueden llegar a parecer objetos sin importancia, son vitales, ya que son fundamentales para maniobrar cuando no podemos realizar, dentro de la cabina, un giro de 360°. Los pasamanos deben estar colocado de tal forma que estén a una altura suficiente para que nos podamos agarrar a ellos sin ninguna dificultad.
Crear espacios accesibles beneficia a la sociedad, por lo que es de vital importancia facilitar el acceso a la cultura y a la realización de trámites administrativos a todas aquellas personas que lo necesiten. Debemos, entre todos, comprometernos a hacerle la vida más fácil a los que sufren algún tipo de discapacidad.