Nos levantamos todas las mañanas, nos miramos al espejo y nos vemos sin problemas graves de salud. Parece que toda la vida nos tengamos que comer el mundo, porque estamos inmersos en una sociedad en la que vivimos el día a día sin pensar en el futuro. Preocuparnos por el tipo de vivienda que tenemos lo consideramos como una pérdida de tiempo que no entra en nuestros planes. Lo que no nos planteamos es que cualquiera de nosotros, en cualquier momento de nuestra vida, podemos sufrir un accidente o una enfermedad, que puede dejarnos tanto de manera temporal como permanente, atados a una silla de ruedas.
Posiblemente creerás que esto que te contamos es una exageración, pero esta mañana ha caído en nuestras manos un artículo del Heraldo de Aragón en el que se abordaba el caso de una vecina de Zaragoza, que actualmente vive en un bloque sin accesibilidad, y que como ella dice «El ascensor es una necesidad que le puede tocar a cualquiera». Y es que no son pocos los cientos de miles de españoles que tienen algún tipo de dependencia, a los que es un verdadero calvario poner un pie en la calle.
Somos conscientes que el gasto de lo que cuesta realizar una obra de rehabilitación de un edificio, en muchas ocasiones, no es asumible por muchos vecinos del inmueble. Los edificios que carecen de ascensor suelen estar habitados por personas mayores, que han vivido en ellos media vida (o casi la vida entera) y que se encuentran que tienen más de 75 años, una pequeña pensión y la incapacidad de poder moverse con independencia por su propia casa. ¿Qué se debe hacer en estos casos? ¿Sabemos los pasos a seguir para poder iniciar la rehabilitación de nuestro edificio? Sea como fuere, tras recibir el presupuesto de lo que van a costar las obras, lo primero que deben hacer los propietarios es ponerse en contacto con las administraciones públicas, para poder buscar vías de financiación y subvenciones, teniendo en cuenta que jamás te financian el 100% del proyecto de las obras.
Sabemos que el desembolso que debe hacer la comunidad de vecinos es un hándicap, pero no nos lo deberíamos tomar como si fuese un gasto sino una inversión, ya que la reforma y mejora de un inmueble también trae consigo los siguientes beneficios para el usuario:
– Empecemos diciendo que, posiblemente, la mayor ventaja que tiene la rehabilitación de un edificio es alargar la vida útil del inmueble.
– La instalación de ascensores y otros dispositivos de elevación, como las plataformas salvaescaleras, favorece la comunicación del edificio con el exterior y mejora la accesibilidad. Si a esto le unimos la construcción de pequeñas rampas, que eliminan las barreras arquitectónicas que dificultan el tránsito de los vecinos, conseguimos que tanto las viviendas como la totalidad del edificio sean accesibles.
– Otra de las principales utilidades que le encontramos a la realización de esta obras es que se revaloriza el inmueble, pudiendo alquilarse o venderse por un precio superior al que podría llegar a tener inicialmente.
– Mejorando los cerramientos, aislando fachadas y cubiertas para evitar las pérdidas de temperatura se consigue un ahorro importante en el consumo energético, aumentando el confort de las viviendas y mejorando la calidad de vida de sus vecinos.
– La rehabilitación de los edificios evitan la degradación de los barrios, debido al envejecimiento de la población. Crea prosperidad en el lugar donde este se encuentre, e integra las áreas degradadas y con peligro de ser socialmente vulnerables.
– Modernizando, gracias a los nuevos materiales, la apariencia estética del edificio, se consigue aumentar también la calidad del inmueble.
Para finalizar, debemos tener presente que existen muchas maneras de financiar este tipo de obras, para que el pago de la derrama no sea tan difícil de asumir por el vecindario. Sabiendo todo esto… ¿sigues pensando que rehabilitar tu viejo edificio es más un gasto que una inversión?