¿Sabías que de la forma que accedemos hoy en día al espacio es extremadamente cara, complicada tecnológicamente y muy costosa para el medio ambiente?

Desde hace muchos años, la humanidad ha estado ideando sistemas que redujeran los costes de subir a personas y mercancías al espacio exterior. El primero en tener la idea de construir un ascensor espacial fue un científico ruso, de nombre Konstantin Tsiolkovsky, que se le ocurrió semejante idea por allá el año 1895, mientras admiraba la Torre Eiffel (y es que si en pleno año 2017 la Torre Eiffel sigue siendo una construcción que hace volar la imaginación… ¡ni te cuento lo que debía ser a finales del S.XIX!) Desde esa primera idea hasta nuestros tiempos, el construir un ascensor espacial ha sido más cosa de las novelas de ciencia ficción que de un hecho. Hasta hace poco no habíamos podido encontrar ningún producto lo suficientemente flexible, fuerte y ligero, con el que pudiésemos realizar tan complicada empresa.

 

 

Pero esta situación cambió en el instante en el que la empresa japonesa Obayashi Corporation se puso manos a la obra: los nanotubos de carbono serán una realidad en un futuro no muy lejano. Estas nanopartículas están hechas de un material 100 veces más resistente y 6 veces más ligero que el acero, por lo que es el candidato ideal para realizar la estructura de 36.000 km necesaria para subir un ascensor hasta la órbita geosicrónica, que es el punto justo en el que los satélites artificiales siguen la rotación de la Tierra.

 

 

Para el año 2050 hay prevista la construcción del ascensor espacial en un punto cercano al Ecuador de la Tierra. Un cable flexible, anclado a nuestro planeta sobre una plataforma flotante del tamaño de un gran petrolero. En el extremo opuesto de dicho cable se construirá un peso que hará de muelle de carga en el espacio, y que estará siempre tenso gracias a la fuerza centrífuga. Para poder desplazarnos de un punto a otro, existirá una cabina que se desplazará por él usando levitación magnética o rodillos imantados, y que tendrá capacidad para poder transportar toneladas de material o personas a la órbita, en tan sólo una semana.

 

 

Aunque un proyecto de tal envergadura tenga inicialmente un coste de decenas de miles de millones de Euros, a la larga reduciría el precio de transporte de grandes cargas y personas en un 99%. Para que nos hagamos una idea: actualmente, subir 1kg de cualquier cosa al espacio cuesta ni más ni menos que $20.000, mientras que si lo hiciésemos con con el futuro ascensor, el importe sería de tan sólo $500. Qué gran diferencia, ¿no?

Imaginemos que tuviésemos acceso de forma barata y segura al espacio: podríamos tener una colonia orbitando alrededor de la Tierra. Hacer viajes espaciales ya no sería un sueño sólo alcanzable para unos pocos… podría llegar a ser una realidad para muchos.